Uno de esos que fue bonito desde su inicio hasta final. Por eso el recordarte duele un poco. Porque a veces a uno le gustaría que la vida siempre fuera así. Pero no lo es y eso también es bonito. Supongo que por eso, uno aprecia este tipo de amor que gracias a ti, ahora llamo: estrella fugaz.
Te conocí con el corazón roto, en un tiempo dónde me lamia las heridas. Mi libertad inquieta y recientemente liberaba buscaba alas. Ella quería cielo y tú con la frase "no quiero nada enserio" le cantaste a la sirena correcta. Chocamos manos en nuestra primera cita como acuerdo mutuo.
Una cita después nos besamos para después hacer mucho más. Contigo aprendí a decir dos cosas: que viva la creatividad en la cama y que especial puede ser la complicidad entre amantes. Pronto yo no quise ir a más citas con otros y tú tampoco. Así que nos dedicamos a nosotros. Le dimos al otro lo más valioso que teníamos para dar, nuestro tiempo libre. Era claro que en el momento en que yo me subiera a aquel avión en Enero, tú y yo seríamos historia.
Al principio te juro que sentí alivio por ese entendimiento mutuo. Pero fueron seis meses de tenernos a nosotros. De ti, dejándome ser, escuchándome ser, respetando mi ser y de mi llenándote de ternura, haciéndote reír, llenando tus mejillas de besos. Fuimos peligrosamente reales. En un parpadeo, y faltando menos de un mes para mi partida, me encontré amándote.
Te abrumaba lo sé, aunque lo sabías navegar. Como ese marinero experto que quiere disfrutar del viaje y no se centra en entender las olas. Yo no tenía esa sabiduría. Yo te quería descifrar palabra a palabra, gesto a gesto. Quería embotellar la ternura con la cual me despertabas.
Nuestro último mes juntos, fuimos a Paris por tres días y contigo conocí Versalles. Hay todavía en mi drive una foto panorámica que tomaste del castillo en la cual me colé de sorpresa. Si alguien se tomara el tiempo, encontraría en la parte derecha, a una pequeña mujer saludando a la cámara llena de alegría. Y es que de eso me llenabas.
Pero lo que esa foto demostraba también, era lo que yo sabía que estaba destinada a ser en tu vida. Una alegría pequeña en un cuadro mucho más grande.
Al final, mis emociones chocaron contra ti buscando respuestas, razones para aferrarse y tú mi querida estrella fugaz; fuiste roca. Gracias a Dios fuiste roca y me dejaste en libertad (escribe ella derramando lágrimas en teclado tres años después jajaja llorona, pero consiente).
Apareciste y me mostraste cosas hermosas, pero yo no era ni la mitad de lo que soy ahora. Probablemente, por amarte no me hubiera permitido ser ni la mitad de la mitad de lo que ahora soy. Por eso te agradezco desde el fondo de mi alma, que te hayas negado con tanta determinación a dejarme seguirte, porque gracias a eso pude seguirme a mi.
El propósito de una estrella fugaz, es recordarte qué deseas, más no guiarte.
En este momento, que veo nuestras viejas fotos, la verdad es que me cuesta encontrarme a mí en ellas, aunque a la de las fotos la conozco bien. Sé todo lo que esa mujer rota, confundida y enamorada carga. Sé que detrás de esa sonrisa, ella hacía un inmenso esfuerzo para disfrutar del presente y no dejarse llevar por lo que su naturaleza la impulsaba a pelear. Por ti.
Sé que lo que le espera a ella, tres años después de ese momento, no es otro chico guapo que sepa como hacerle el amor y despertarla en las mañanas. Lo que ella va a decidir aprender, después de encerrarte en cajón y negarse (por años) a pensarte, es a estar sola. En gran parte por ti, y en otra por otros, pero principalmente por ella.
Después de ver una estrella fugaz, uno siempre tiene dos opciones: quedarse mirando en el cielo con la esperanza de volver a ver otra; o irse a dormir y en la mañana volver aquel sueño pedido una realidad. Me gusta pensar, que de esas dos opciones, he tomado la segunda, pues la historia más grande de amor que he tenido en mi vida la he experimentado conociéndome en estos últimos tres años y es en parte, gracias a ti.
Ahora sé que tú también serás una parte de mi panorámica. Gracias Alex por amarme bien, por amarme tanto, por regalarme esto. Te prometo que solo en algunas ocasiones como hoy, miraré al cielo y pensaré en ti.
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